
Su mecánica es sencilla. Al obligar a levantarse repetidas veces durante varios días, el pequeño se condiciona a despertarse, contraer el esfínter de forma voluntaria y controlar las propias necesidades de orinar de forma voluntaria.
Su uso se puede prolongar un par de semanas, y hay que retirarla cuando el niño ya haya dejado de mojar la cama. En caso de reincidencia, hay que volver a una reducción de líquidos y a la alarma durante un mes.
Lo fundamental para que funcione este tratamiento es la implicación y motivación del niño, si no, es muy difícil que sea efectivo. El 50% de los casos que lo siguen termina satisfactoriamente.
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