jueves, 24 de febrero de 2011

Jugando a controlar la enuresis


Hasta los 5 años, el cuerpo del niño se está desarrollando y madurando en el control de sus acciones fisiológicas. A partir de esa edad, si no controla las micciones, debemos como padres prestarle la atención que se merece para ayudarle a educar sus esfínteres. Proponemos a continuación una serie de sencillos ejercicios para que el niño juegue a controlar el pis.

La clave de estos ejercicios es proponérselos como un juego divertido, como una meta, y no como una obligación. Haremos que el niño se interese y se estimule para hacerlo. Si lo consigue, él mismo verá los resultados, pues cuando se levante cada mañana su cama estará seca, lo cual le reportará una gran satisfacción. Eso sí, no debemos olvidarnos de advertirle que si eso sucede es por todo el esfuerzo y trabajo que ha realizado, para que el niño se dé cuenta de que su curación no ha sido milagrosa, sino todo un esfuerzo de constancia.

EJERCICIO 1. “Despertarse e ir hacer pis”
Objetivo: Convertir en algo automático el levantarse por la noche cuando se tengan ganas.
¿Cómo se hace? Hay que proponerle al pequeño que se eche en la cama con la luz apagada, simulando que duerme, y que se levante y se dirija al baño fingiendo que hace pis. Si lo hace unas 4 veces en la hora antes de irse a dormir el primer día, conseguirá despertarse por la noche siempre que tenga ganas, y que se dé cuenta de que la cama está mojada para acudir rápidamente al baño para terminar de hacer pis

EJERCICIO 2. “Cambiar la ropa mojada”
Objetivo: Adquirir responsabilidad y autonomía en la solución del problema.
¿Cómo se hace? El niño tiene que quitarse el pijama y la ropa interior húmeda, ponerse una muda limpia y cambiar las sábanas por otras secas, y trasladarlo todo al cesto de la ropa sucia. Este ejercicio sirve para que se conciencie de la enuresis y asuma que es un problema que tiene que superar.

EJERCICIO 3. “Cortar el chorro”
Objetivo: Fortalecer los músculos implicados en la micción.
¿Cómo se hace? Se trata de cortar el flujo mientras el pequeño está orinando. Empezaremos haciéndolo cuando ya esté terminando, porque la presión de la vejiga es menor. Progresivamente, iremos adelantando el momento hasta que el niño sea capaz de cortar casi al empezar durante 5 segundos, y durante 2 ocasiones más antes de vaciar la vejiga por completo.

EJERCICIO 4. “A ver cuánto eres capaz de aguantar”
Objetivo: Aumentar la capacidad funcional de la vejiga.
¿Cómo se hace? Haremos que el niño a que ingiera una mayor cantidad de líquido al día, como agua, zumos, gaseosas, etc. Cuando tenga ganas de ir al baño, le animaremos a que se contenga. Al principio, bastará con que sean unos pocos segundos, para ir aumentándolos de forma gradual y progresiva.
Podemos ayudarle hablando con él, para que se distraiga, o bien planteárselo como un reto. Y, por supuesto, hay que mostrarle nuestra alegría y apoyo ante cualquier mínimo progreso, puesto que le hará sentirse respaldado.

martes, 22 de febrero de 2011

Cómo enseñar a nuestros hijos a usar el orinal



Enseñar a nuestros pequeños a dejar los pañales y que aprendan a hacer sus necesidades en un orinal no resulta una labor sencilla; necesitaremos paciencia y mucho estímulo para conseguir unos resultados visibles. Como siempre, mantendremos una actitud positiva, pudiendo incluso a llevar la situación hacia una nueva experiencia desde el contexto del juego y la diversión.

¿A qué edad puedo empezar a enseñar a mi hijo a utilizar el orinal? Aproximadamente a partir de los dos años nuestros hijos estarán en condiciones para iniciar esta nueva etapa; pero no te preocupes si tu hijo muestra dificultades para utilizar el orinal pues, en muchas ocasiones, se negarán a sentarse en un recipiente para hacer sus necesidades. Las causas de esta negativa son de lo más variado.

Muchas veces no pueden llegar a entender que nos alegremos de que hagan caca en el orinal y luego la tiremos por el inodoro; en otras ocasiones confunden nuestros mensajes: constantemente les decimos frases como "no toques eso, es caca" y sin embargo ahora les animamos a que la hagan... Pero en la mayoría de las ocasiones, su negativa es debida a que a esta edad es muy posible que nuestro hijo se encuentre en la fase del "no".

Por estas y otras razones, os dejamos unas sencillas pautas a seguir para intentar que nuestros pequeños hagan sus necesidades en un orinal:

- Si nuestro hijo llora al ver lo que ha dejado en el orinal, explícale que no le pasa nada (algunos niños pueden pensar "que se están deshaciendo" por dentro), y dile que todos hacemos pis y caca.

- Dale tiempo cuando esté sentado en el orinal, no le atosigues.

- Evita comparaciones con otros niños que a su edad ya están familiarizados con el orinal.

- Prémiale con besos, abrazos, palmas... cuando tu pequeño logre hacer caca en el orinal.

- Mientras el niño aprende a usar el orinal resulta conveniente que su ropa sea rápida de quitar.

Es muy importante que seamos conscientes de que durante el tiempo en que se acostumbra a ir al orinal nos encontremos con que nuestro pequeño tiene los pantalones manchados o mojados. Debemos entenderlo como una parte integral del aprendizaje. Como bien hemos reiterado infinidad de veces, nunca debemos regañarles o castigarles; cuanto menos presionado se sienta nuestro hijo más fácil le será controlar estos escapes involuntarios.

Es muy importante que tengamos paciencia y que elogiemos siempre sus éxitos y avances.

jueves, 17 de febrero de 2011

El frío y la enuresis


Parece que las temperaturas vuelven a bajar y el tiempo empeora haciendo mucho más frió. Puede que hayamos notado que vamos al baño con mayor frecuencia, de ahí que, si nuestros hijos son propensos a hacerse pis en la cama, el número de sus escapes tal vez sea mayor en las épocas con temperaturas más bajas.

Desde el punto vista médico, entre estas razones destaca por un lado la hormona antidiurética (ADH); esta hormona la secretamos para reabsorber el agua a nivel del riñón, de ahí que sea tan importante. Por eso cuando hace más frío no producimos esta hormona en la misma cantidad, lo que hace que absorbamos menor cantidad de agua y expulsemos más mediante la orina.

Otra de las razones es que con el frío transpiramos menos (es decir, eliminamos menos cantidad de agua a través de los poros de la piel). Nuestro cuerpo adopta, pues, como alternativa expulsar más agua a través de la orina.

Dejando a un lado estas reacciones de nuestro cuerpo, nos centraremos en buscar la solución a este posible aumento de escapes de nuestros hijos en épocas de mayor frío.

Lo primero de todo, obviamente, es mantener una temperatura agradable y saludable en nuestro hogar, evitando que nuestra casa resulte excesivamente fría. De esta forma la calidez de la habitación de nuestros hijos ayudará a que el cuerpo realice menor esfuerzo para mantener su temperatura natural así como reacciones como las explicadas ante las bajas temperaturas.

Para conseguirlo no tenemos que hacer excesivos esfuerzos; bastará con seguir pequeñas y sencillas pautas como ventilar nuestra casa por las mañanas, sin necesidad de dejar la ventana más de 10 minutos abierto. Mucho mejor hacerlo a primera hora de la mañana, ya que al hacerlo por tarde el calor interno se escapará de la casa a través de las ventanas abiertas.

Igualmente, procuraremos que nuestros hijos duerman con una ropa adecuada, tanto en relación a las sábanas y mantas que usemos como a la ropa que lleven puesta a la hora de su descanso nocturno. Evitaremos aquellos pijamas que se mueven con facilidad mientras duermen, provocando que partes de su cuerpo queden al descubierto, como la zona de los riñones.

Tampoco tenemos que abrigar en exceso a nuestros hijos para protegerles del frío; lo más seguro es que durante el sueño se destapen inconscientemente ante el excesivo calor y, al quedar destapados, aumentarán las posibilidades de que cojan frió y de que se puedan orinar en la cama (por no hablar de posibles resfriados).

martes, 15 de febrero de 2011

El sentido del humor para tratar la enuresis


El sentido del humor puede ayudarnos a crear un buen ambiente familiar. Desde que los pequeños son bebés hasta que llegan a la adolescencia, inculcarles y fomentar el sentido del humor es esencial para un buen desarrollo, tanto personal como social.

Reírse juntos es una buena manera para conectar, y un buen sentido del humor también puede hacer a nuestros hijos más listos, más sanos y mucho más dispuestos a conectar con los demás.

Muchas veces tendemos a pensar que el sentido del humor es algo innato, como los ojos azules o el cabello rubio. Todo lo contrario, es una cualidad que tenemos que enseñar y a ayudar a desarrollar a los niños.

El buen sentido del humor, es decir, la habilidad para reconocer las cosas que son graciosas, es una herramienta con la que los niños pueden contar a lo largo de su vida y servirles de ayuda:

-Pueden ver las cosas desde otra perspectiva, no solo desde la más obvia.

-Ser espontáneos.

-Ayuda a comprender otras formas de pensar.

-Ver más allá de la superficie de las cosas.

-Disfrutar y participar de todos los aspectos de la vida.

-Y sobre todo, no tomarse a ellos mismo demasiado en serio.

Los niños que desarrollan un sentido del humor sano y cuidado, son más felices y más optimistas. Tienen una mayor autoestima y pueden llevar los problemas de una forma más llevadera.

En esta cuestión, ayudar a nuestros hijos a fortalecer y desarrollar su sentido del humor nos corresponde a los padres. Por ello, crear un ambiente con un buen sentido del humor, nos puede ayudar a tratar una situación difícil como la de la enuresis. Tenemos que esforzarnos por mostrar la cara más positiva e incluso poder bromear, siempre desde el respeto y la delicadeza y teniendo en cuenta que es un tema extremadamente delicado, pero siempre hay que dar un discurso positivo, de apoyo y cariño.

jueves, 10 de febrero de 2011

Hijos únicos, algunos tópicos


Muchos son los tópicos que pesan sobre la idea de tener un hijo único: será un mimado, mandón, consentido, etc. Pero en realidad la experiencia del hijo único tiene sus riesgos y sus ventajas, y su evolución, como la de cualquier otro niño, depende de la educación que le demos nosotros, los padres. Y son los padres los que debemos vigilar el no exagerar algunos comportamientos o algunas reacciones para evitar esas actitudes tópicas que, erróneamente, se han asociado al hijo único. El riesgo más común es que esa atención exclusiva que podemos prestarle a nuestro hijo se transforme en una actitud sobreprotectora. Hay muchas maneras de evitarlo.

Muchos son los fantasmas que amenazan la tranquila decisión de tener un solo hijo. Muchos tópicos pesan sobre la idea de que un niño crezca sin hermanos. ¿Quién de nosotros no ha escuchado alguna vez algún comentario respecto al hijo único tipo "pobrecito, se va a aburrir" o "los hijos únicos 'salen' mimados" (o egoístas, o mandones, o engreídos…)?

Que no te asusten. La educación de un solo hijo, como la educación de dos hermanos o de una familia numerosa, tiene sus pros y sus contras, sus riesgos y sus ventajas. Lo único que necesitamos es un poco de información para saber cómo actuar ante determinadas situaciones, aprender a controlar algunos comportamientos y conocer aquellas virtudes que sería bueno potenciar.

La evolución del hijo único, como la de cualquier otro niño, depende, en su mayor parte, de la educación que le demos nosotros, los padres. Un hijo único, por el mero hecho de no tener hermanos, no está condenado a desarrollar ningún tipo especial de comportamientos. Quizás deberíamos decir que son los padres los que deben vigilar que algunas reacciones normales no se exageren por el hecho de tener sólo un hijo, y de esa manera evitar esas actitudes tópicas que, erróneamente, se han asociado al hijo único.

El principal riesgo que tienen los padres de un hijo único es caer en el exceso de atención. Pero cuidado. No estamos hablando de ese tipo de atención que proporciona al niño seguridad, estabilidad, confianza en sí mismo, autoestima y capacidad para desarrollarse correctamente. Estamos hablando de ese exceso de atención que va ligada al miedo por parte de los padres a que a su hijo le suceda algo malo, de esa atención que puede transformase rápidamente en una actitud sobreprotectora.

Debemos tener mucho cuidado, pues, con sobreproteger a nuestro hijo, incluso si sufre enuresis. Ya que un ambiente en el que se sienta presionado y con miedo, no ayudará a solucionar la situación. Muchas veces hemos comentado que debemos trasmitir calma, tranquilidad y sobre todo, una dialogo fluido y cariñoso con nuestro pequeño.

martes, 8 de febrero de 2011

Los padres y su papel ante la Enuresis


La negación de la enuresis por parte de los padres es el mayor problema al que se enfrentan los expertos a esta patología. La mayoría de ellos son más partidarios de justificarla en base a un desarrollo afectivo desestructurado con un conjunto de tópicos, antes de pararse a pensar que quizá el niño pueda estar teniendo un problema real de incontinencia.

Gran parte de los profesionales señalan que los factores que influyen en la aparición de esta enfermedad van desde la edad del niño a los aspectos físicos, pasando por los emocionales: derivados del entorno familiar, social y escolar del niño.

Situaciones traumáticas como, por ejemplo, el divorcio de los padres, los cambios de domicilio o escuela, un ambiente familiar inestable o una mala adaptación en el colegio pueden agravar la enuresis, pero no desencadenarla.

Por el contrario, la enuresis nocturna sí puede originar trastornos psicológicos en el niño. Tengamos en cuenta que suele aparecer a partir de los 5 años y puede llegar a prolongarse hasta la adolescencia, por lo que estamos hablando de una etapa crítica y fundamental para la evolución de su personalidad. La autoestima del niño se ve afectada, y es variable en función del apoyo que reciban. Por eso es esencial una concienciación de los padres con el problema y una actitud positiva para ayudar a sus hijos a poner remedio a la enuresis.

Es muy frecuente que los padres lleguen a desesperarse, obcecándose en que se trata de un problema psicológico o emocional. Esto les lleva a una sobreprotección del pequeño, que se sentirá aún más presionado o coaccionado, y empeorará aún más la situación.

Lo ideal es crear una atmósfera tranquila y receptiva en el hogar, ofrecerle consejos reales para el control de las esfínteres y, sobre todo, ganarse su confianza, para que se sienta seguro y cómodo a la hora de enfrentarse a su problema. La enuresis no es culpa ni del niño ni de los padres, pero es tarea de ambos llegar a superarla.

jueves, 3 de febrero de 2011

Llegó el nuevo hermanito.


Los celos como los miedos forman parte del desarrollo normal del niño y generalmente son superados con el tiempo.

Ante la llegada de un nuevo miembro a la familia puede provocar, lógicamente, celos. El primogénito suele temer que los padres ya no le presten toda su atención, quieran más al nuevo hermanito o, incluso, lo abandonen.

Estos temores lo impulsan a ciertos cambios de conducta como son hacerse por ponerse agresivo, caprichoso o tomar otras actitudes. Por los que se genera en el niño una situación de stress. Esta situación puede afectar si nuestro hijo, sufre enuresis.

Son momentos en que necesita especial atención y cariño, confirmando que sigue siendo querido y que además hay un nuevo miembro en la familia que también lo va a querer y necesitar. Recuerde que con la llegada de un hermanito es normal que su o sus hermanos se vuelvan agresivos y/o regresivos.Hable con ellos, demuéstreles afecto y protección.

Lo primero y lo más importante es no angustiarse, intentar no transmitir estas preocupaciones a nuestros hijos.

En segundo lugar, hay que reforzar su grado de autoestima y para eso necesitamos permanecer tranquilos. El apoyo de la familia y la confianza son claves para que nuestros hijos puedan superar este reto. No olvidemos que no sólo se trata del control del pis. En muchos casos hay una serie de factores externos y psicológicos que pueden ser la causa de los problemas de nuestros hijos y que también tenemos que intentar reconocer o advertir para darle soluciones.

martes, 1 de febrero de 2011

Hiperactividad y Enuresis. Unos consejos


Tu hijo no para, es muy distraído y desobediente. ¿Has pensado en que puede ser un niño hiperactivo?

La hiperactividad infantil es un trastorno de conducta de origen neurológico, que suele afectar más a los niños que a las niñas. Los niños hiperactivos tienen una inteligencia normal y se mueven continuamente.

• Son muy distraídos y no escuchan cuando se les habla.

• Tienen dificultades para esperar que les toque el turno si participan en actividades con otros niños.

• No son capaces de mantenerse jugando el mismo tiempo que los compañeros de su misma edad; se cansan y quieren empezar juegos nuevos.

• Es muy corriente que no obedezcan las órdenes o que no hagan las tareas que se les pide.

• La mayoría de niños hiperactivos tienen dificultades en el aprendizaje, obtienen un bajo rendimiento escolar, son torpes para escribir o dibujar, y tienen dificultad para memorizar y generalizar la información.

• Actúan de forma inmediata sin pensar en las consecuencias, están inquietos con las manos y los pies, y no pueden estarse quietos. Siempre están en continuo movimiento.

Es importante saber que hasta los 3 ó 4 años todas estas características también pueden estar presentes en un niño completamente normal. Si todos estos síntomas aparecen juntos en un niño, que haya cumplido los 4 años, probablemente sea un niño hiperactivo. Es frecuente creer que los niños que provocan daños y se muestran caprichosos son hiperactivos, cuando en estos casos sólo se trata de un problema de disciplina.

Hay que tener en cuenta que si nuestro pequeño sufre enuresis, nos debemos esforzar un poquito más. Siendo un poco más estrictos, estableciendo unos hábitos regulares y unos horarios estables de comida, sueño, etc. Si los papás establecen unas normas es muy importante que se hagan explícitas, es decir, que el niño sepa exactamente qué es lo que se espera de él.

Pero sobre todo, debemos conservar la calma, aunque la situación sea tensa. No queremos trasmitir nuestro nerviosismo a los niños ya que podemos conseguir resultados completamente contrarios.

Fuente: Mi bebe y yo.