martes, 9 de junio de 2009

¿Castigos o premios?


Cuando castigamos a un niño con enuresis, lo único que estamos provocando es que no logre la confianza en sí mismo necesaria para solucionar su problema. Sin embargo, la utilización de recompensas los días secos puede motivarle para seguir intentándolo noche tras noche. Pero el objetivo final es hacerle comprender que la mayor recompensa es que deje de hacerse pis por las noches, que se haga mayor, y que lo consiga él sólo, con nuestro apoyo, pero sobre todo gracias a su esfuerzo.

En términos generales, en la educación de nuestros hijos, salvo en casos excepcionales en los que necesitamos obtener una respuesta inmediata, o en los que existe una situación de peligro, no suele estar justificado el uso del castigo. En cualquier caso, si fuera necesario, siempre resultaría más efectivo el expresivo que el doloroso. La utilización frecuente de castigos puede potenciar la agresividad de los niños y generar mentiras por parte del niño para evitarlos. Además, no suelen modificar el comportamiento a largo plazo, de hecho, en las familias en las que se abusa de esta medida, suele aparecer tarde o temprano el "supercastigo". Y sin embargo, sí pueden deteriorar las relaciones entre padres e hijos, impidiendo la resolución de cualquier problema, como el de la enuresis.


La utilización de un sistema de recompensas en los niños con enuresis ha resultado efectiva. Para adecuar esta técnica a la edad del niño, se puede optar por la construcción en casa de un calendario dibujado por el propio niño con su tema favorito. El paisaje debe de contar con un trayecto de pendiente ascendente en el que existan una serie de puntos intermedios, y un punto final. Se fijará un número determinado de noches secas para alcanzar las metas intermedias. En ellas, deberemos de colocar premios que al niño le resulten muy apetecibles, y preferiblemente no materiales. En la meta final, algo que le haga una tremenda ilusión. Cada día, el objeto que hayamos escogido que sea el niño de forma imaginaria avanzará o retrocederá según haya amanecido con el pañal seco o mojado. Se le puede colocar una pasta adhesiva o un velcro por detrás para hacer el trayecto más cómodo. Si es posible se deberá de mover el objeto, a primera hora de la mañana para que el niño entienda la causa-efecto de forma inmediata. Si por cualquier motivo, no se consigue en unos días ningún avance, conviene utilizar el calendario para recompensar otra buena acción del día, para que el niño no se hunda. Periódicamente, dejaremos de utilizar este método, y en sucesivos intentos, cambiaremos el decorado, para no perder la motivación del niño.

Sugerencias de temas para el calendario:

1. Torre de un castillo, en la que el príncipe tiene que escalar hasta llegar a la princesa, liberándose de dragones y brujas en el ascenso.

2. Cohete que parte de la Tierra y tiene que llegar a la luna, evitando en el camino una lluvia de meteoritos, una nave, etc.

3. Zoológico en el que el bebé tigre tiene que volver a su jaula con su mamá sin que lo cojan en el camino los elefantes, las serpientes, los hipopótamos o los monos.

4. Coche en un circuito que tiene que atravesar charcos, otro coche en la mitad del camino, un pinchazo de una rueda o echar gasolina para llegar a la meta.

5. Barco pirata en dirección a la isla de un gran tesoro, para lo cual tendrá que sobrevivir a una tormenta, a una ballena y a otra embarcación.

Sugerencias de metas intermedias:

1. Cocinar un pastel con mamá.

2. Esperar a papá a que llegue del trabajo aunque sea tarde, para que me lea un cuento mágico.

3. Preparar palomitas viendo una peli en casa.

4. Hacer una manualidad con pintura de dedos y plastilina.

5. Disfrazarse con la ropa de papá o mamá una tarde, y pintarse los labios o la barba.


Sugerencias de metas finales:

1. Ir a ver un teatro de marionetas.

2. Caminata por el transcurso de un río y comer con cesta en el campo.

3. Organizar un partido de futbol con los compañeros del cole entre padres e hijos.

4. Invitar a un amigo a jugar en casa, y que papá y mamá nos dejen hacer travesuras ese día.

5. Organizar las actividades y mandar durante un día entero.


Fuentes:

- Paz Carmelo, Pediatra y prevención: diagnóstico diferencial

- Revista de PAediatría en atención primaria: Algoritmo de tratamiento

- Doctora Rocío Santiago

Educar en positivo





En ocasiones la enuresis se debe a un querer llamar la atención de los padres, para obtener una recompensa, ya sea positiva (cambios y cuidados a media noche…) o negativa (castigos con los que el niño ha conseguido que papá y mamá estén pendientes de él). Otras veces, sobre todo a edades más avanzadas, los hijos mojan la cama retando a los padres, para hacerles creer que de esta forma ellos tienen el poder. Saber actuar antes estas y otras situaciones parecidas resulta determinante a la hora de solucionar el problema de la enuresis.

En torno a los 2 a 3 años los niños comienzan con la edad del “NO” y con las rabietas. Al principio se oponen a todo, no se conforman con nada, no atienden a razones y ante cualquier cosa que se les pide sólo contestan con un rotundo “NO”. A medida que van siendo más mayores, adquieren más fuerza y autonomía, lo que les da más seguridad en sí mismos, haciendo que se comporten cuando les negamos algo con rabietas, berrinches, tirándose al suelo, gritando, dando pataletas, tirando objetos…Y ya en la pre-adolescencia y en la adolescencia, por más que los padres hayamos hecho acopio de grandes dosis de paciencia, el día a día se convierte en un gran reto. Cada acto suele convertirse en una nueva reivindicación de independencia para la que no están del todo preparados o en una provocación para poner a los padres a prueba.
No se comportan así porque sean malos o por fastidiar. Cuando son pequeños no saben pedir las cosas mediante razonamientos o con simples palabras. El niño cree que estas llamadas de atención son la mejor forma de lograr lo que quiere. A mayor edad, surge un continuo tira y afloja en el que el escolar y el adolescente creen tener la razón acerca de sus posibilidades de independencia de los padres. En esta etapa, el “no” de los padres se manipula como un excesivo autoritarismo y el “no” del hijo le resulta muy satisfactorio, por la transgresión de las normas que ello supone.
Somos los padres los encargados de hacerle ver que existen otros caminos para conseguir lo que uno desea. Si reaccionamos de la una forma adecuada, podremos hacer que desaparezcan con el tiempo estos berrinches. Si no, va a resultar una etapa de continuo conflicto.
Salvo en circunstancias muy concretas, el modelo educativo positivo es el mejor modelo. Además, resulta imprescindible el que se consensue entre los padres el tipo de educación que desean para su hijo antes de que se den las situaciones de riesgo, procurando siempre:

1_ Educar sin contradicciones: el mensaje que un hijo recibe de sus padres se convierte hasta que tenga capacidad de crítica en una verdad absoluta, por lo que es necesario que el niño reciba siempre los mismos mensajes por parte de todos sus educadores, los padres, los abuelos, las cuidadoras, etc. Por ejemplo: La madre le dice que hoy no puede comer chuches porque viene de un cumpleaños y ya ha comido suficientes. “Tanta chuche te puede sentar mal, si comes mal, te puede doler la tripa” y la abuela, que lo está oyendo, se saca a escondidas una piruleta del bolso y le guiña un ojo y dice “No pasa nada, las chucherías son muy buenas, lo curan todo, todo, todo”.
2_ Educar en la coherencia: lo que se dice tiene que coincidir con lo que se hace, con lo que el niño ve. Los padres son los modelos a imitar del niño, les admira y respeta, incluso en su autoridad. Es habitual ver el que mientras uno de los padres se enciende un cigarrillo, le dice al niño, “no fumes, que es malo”.
3_ Educar en valores y actitudes: Existen una serie de valores fundamentales a inculcar en nuestros hijos, como la tolerancia, la igualdad, el respeto, la generosidad, la gratitud, la sinceridad, el diálogo, el esfuerzo… y por supuesto, la alegría de vivir. El niño pide una muñeca porque acaba de tener una hermanita y quiere imitar todo lo que hace mamá con ella, pero le contestan…”Eso es de niñas”.
4_ Educar en expectativas reales: Hay que educar a cada hijo según sus propias características y posibilidades. Para ello, resulta necesario conocer muy bien a los niños evitando exigirles más de lo que pueden dar. Hay que intentar no trasladar a los hijos las expectativas de vida que los padres no lograron. A los 5 años no tiene mucho sentido el que un niño tenga extraescolares de tres idiomas diferentes sin dejar tiempo a los ratos de juego, de parque, etc. porque tenemos la añoranza de haber aprendido otras lenguas en nuestra infancia.
5_ Educar en la formación de hábitos saludables: Un acto repetido muchas veces se convierte en un hábito, y éste en una actitud, y ésta en un valor. Al final del proyecto educativo, el niño acaba haciendo suya la conducta que le hemos fomentado, repitiéndola aunque no estemos presentes. Y con la madurez, le encontrará sentido a esta actitud, desarrollando un valor positivo. El hacerle lavarse las manos todos los días antes de comer, hace que al final lo haga de forma inconsciente, y que acabe valorando la higiene y finalmente se convierta en un adulto limpio y aseado.

En cualquier caso, lo más importante por encima de cualquier conflicto, es que reine el sentimiento de amor y cariño que los padres deben de profesar a sus hijos. Si los padres vulneran el amor propio, el de la pareja o el de los hijos, difícilmente podrán esperar que éstos se dirijan a ellos con el debido respeto. Y si un niño no cuenta con las suficientes palabras o actitudes por parte de sus padres para generar una adecuada confianza en sí mismo, difícilmente podrá enfrentarse y superar los retos que se le presenten en la vida, como la enuresis.

Fuentes:

- Paz Carmelo, Pediatra y prevención: diagnóstico diferencial

- Manual de atención primaria: Algoritmo de tratamiento

- Revista de PAediatría en atención primaria: Algoritmo de tratamiento

- Doctora Rocío Santiago