Con la entrada de la nueva estación, ya inmersos en pleno curso escolar y las jornadas laborales intensas, los padres con niños pequeños vamos acelerados a todas partes. Ya al comenzar el día todo es una auténtica carrera para ajustarnos lo más posible a lo marcado por el reloj.
No tenemos tiempo para lo importante, aquellas cosas que nos hacen crecer como personas y como padres. Parece que nunca tenemos tiempo para conocernos a nosotros mismos y a nuestros hijos, aunque ellos sean lo que más queremos en el mundo. Destinamos poco esfuerzo en mejorar el apego familiar y la comunicación con nuestros niños y nos obsesionamos con lo urgente, aquello que nos hace estar agobiados y con prisas, y estamos gobernados por los nervios que nos hacen saltar como un resorte a la primera de cambio.
Todos somos conscientes de que vivir de esa manera, con la sensación de que nos faltan horas al día, con prisas y sin poder disfrutar plenamente de momentos irrepetibles, podría afectarnos muy negativamente, tanto a nosotros como a nuestra familia y, sin embargo, ahí seguimos afanados en nuestras tareas. Pero ¿no deberíamos frenar el ritmo y dar lugar al sosiego, a la reflexión y a la convivencia? ¿Por qué no puede ser más urgente que las lavadoras, la plancha, el tráfico o las prisas, la tranquilidad y el encuentro con nuestros hijos?
Sobre todo si nuestro hijo sufre enuresis, ya que cómo muchas veces hemos repetido, hay que ser capaces de crear un ambiente tranquilo para averiguar cuál es la causa del temor o la tristeza del pequeño, una de las múltiples causas de la enuresis. En familia se podrá encontrar la solución para que el niño se vuelva a sentir seguro y afronte la situación. Se aconseja emplear frases como ‘no te preocupes, no nos vamos a enfadar contigo', ‘dinos cuándo quieras ir al baño’, ‘papá y mamá están para apoyarte’.
jueves, 14 de abril de 2011
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