Las alarmas tienen dos elementos: una esponjita y un timbre, conectados mediante un cable, que se pega en el hombro o brazo del niño, como un parche. La esponjita se coloca en el pijama, de forma que cuando se moja a causa del pis el timbre suena, haciendo que el pequeño se despierte y termine de hacer pipí en el baño. También los hay inalámbricos, que funcionan a través de la vibración.
Su mecánica es sencilla. Al obligar a levantarse repetidas veces durante varios días, el pequeño se condiciona a despertarse, contraer el esfínter de forma voluntaria y controlar las propias necesidades de orinar de forma voluntaria.
Su uso se puede prolongar un par de semanas, y hay que retirarla cuando el niño ya haya dejado de mojar la cama. En caso de reincidencia, hay que volver a una reducción de líquidos y a la alarma durante un mes.
Lo fundamental para que funcione este tratamiento es la implicación y motivación del niño, si no, es muy difícil que sea efectivo. El 50% de los casos que lo siguen termina satisfactoriamente.
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