El control de esfínteres es un logro muy importante para la independencia de los niños y niñas, su entrada a la escuela y una mayor aceptación familiar y social y generalmente ocurre entre los 3 y 4 años de edad.
El aprendizaje y el control de esfínteres es gradual, primero empieza con el control rectal nocturno, continúa con el control rectal diurno y posteriormente los niños consiguen la continencia urinaria diurna y nocturna.
En términos generales se puede decir que la mitad de los niños y niñas, logran controlar su esfínter de la micción, a los dos años, un 75% lo han alcanzado a los 3 y para los 5 años el 90%, logra avisar cuando tiene ganas de ir al baño y se mantiene seco hasta que llega al baño. sin embargo un buen número de niños y niñas no lo logran y esto es motivo de preocupación por parte de los padres.
La enuresis o incontinencia urinaria, es la falta de control del esfínter o músculo que controla la micción con la consecuente pérdida incontrolada de orina a una edad en la cual debería haber adquirido el control y aunque habitualmente este problema desaparece con el tiempo, lo que sugiere que para muchos este problema puede formar parte del desarrollo madurativo del niño, para muchos puede significar un problema emocional mucho más grande de lo que se piensa.
Aunque la edad en la que los niños y niñas empiezan a tener control sobre el esfínter urinario es variable, se considera que padecen enuresis, los que de forma involuntaria e inconsciente y sin tener ningún problema orgánico no logran controlarlo durante la noche siendo mayores de 4 años, o durante el día si son mayores de 2 años y medio que se orinan durante el día.
Este problema es más frecuente en niños que en niñas, quienes en general tardan más en poder controlar los esfínteres, tanto de la micción como de la defecación.
Independientemente de cuándo se produce y de la cantidad del volumen que se “escape”, la incontinencia ocasiona gran angustia no solo al niño/a sino también a quienes conviven con ellos.
Es importante entender que el escape de orina ocasional puede formar parte del desarrollo y crecimiento del niño y que el tratamiento es posible en la mayoría de los niños que tienen dificultad en controlar sus vejigas.
La vejiga está compuesta por 2 tipos de músculos: el detrusor, que forma como un saco muscular que almacena la orina y que se tiene que contraer para vaciar su contenido y un grupo de fibras musculares que adoptan una forma circular localizadas en el cuello de la vejiga que automáticamente se contrae para mantener la orina dentro de la vejiga y que, también de forma automáticamente se relajan cuando el detrusor se contrae pasando la orina hacia la uretra. Existe un tercer grupo de músculos ubicados por debajo de la vejiga que pueden contraerse para guardar la orina en su reservorio.
En el bebé, una vez que la vejiga alcanza su máxima capacidad, se contrae automáticamente y se vacía. Con el crecimiento y maduración del sistema nervioso, el cerebro comienza a recibir mensajes de que la vejiga se va llenando y envía mensajes hacia la vejiga para que retenga la orina hasta que el niño/a decida en que momento y lugar vaciar su contenido. Este proceso, llamado continencia, se presenta en tiempos diferentes en cada persona y depende de muchos factores. Cualquier falla en el mecanismo de continencia, puede ocasionar escapes de orina o incontinencia.
La mayoría de los niños adquieren la continencia diurna y nocturna alrededor de los 5 años, se estima que a esta edad el 85% de los niños son continentes por el día la noche. A los 10 años el 5% de los niños presenta episodios de incontinencia y solo es del 1% a los 18 años. Es más frecuente en niños que en niñas